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16/11/2016 / Barcelona

Alejandro Solalinde, sacerdote y activista humanitario: “Vivimos una exclusión terrible’

Intensas 24 horas del padre Alejandro Solalinde en Barcelona con motivo de la quinta sesión del ciclo Humanistas de América de Casa Amèrica Catalunya. “El ser humano se ha convertido en una mercancía: no podemos ser espectadores’, dijo este activista mexicano, referente en la defensa de los derechos de los migrantes que cruzan su país camino de Estados Unidos.

Acompañado por el Pare Manel, Solalinde ha advertido, en su conferencia ‘Todos somos migrantes’ celebrada en la UPF Barcelona Shool of Managament, que “estamos viviendo una tragedia, un antihumanismo. Y lo más terrible es la exclusión’.

Solalinde es director del albergue Hermanos en el camino, en Ciudad Ixtepec (Oaxaca), fundado en 2007 para proporcionar ayuda humanitaria a los migrantes: alimentación, refugio y asistencia médica y psicológica. Conoce a fondo el drama que viven estas personas y arremete contra la hipocresía de Estados Unidos y Europa: “No puede ser que reconozcan los Derechos Humanos y no los derechos de los migrantes”.

Abrumado por la corrupción en su país, también arremete contra la jerarquía eclesiástica: “Los obispos en México son tibios y cobardes. No puede ser que teniendo lo que tenemos piensen que no pasa nada’.

Infatigable, Solalinde lucha contra el eclipse generado por el ninguneo de las autoridades políticas y morales de su país hacia el gran drama de la migración. Por ello asegura que el día más feliz de su vida fue cuando movilizó la caravana Paso a paso hacia la paz en demanda del esclarecimiento de la desaparición de un grupo de 50 migrantes. Logró que los gobernadores de Chiapas y Oaxaca les visitaran (eso sí, acudieron en helicóptero) y “reconocieran la dignidad de los migrantes”.

“No es nada romántico ayudar a los migrantes, hay que aceptarlos como son y no como quisiéramos que fueran”, apunta este sacerdote de 71 años de edad, amenazado de muerte al menos en 6 ocasiones, coaccionado y amedrentado –sin éxito- por grupos criminales que se lucran con el tráfico de persones y de órganos humanos.
“Me he sentido impotente ante tanta tragedia, tanta injusticia, tanta destrucción humana. Es inexplicable que pueda aguantar tanto con los sustos que he tenido’.

Pero le queda cuerda para rato. Hoy Solalinde ya va camino de El Salvador a proseguir con su lucha, con un mensaje alentador: “Todos somos nosotros. Caminamos hacia una ciudadanía universal”.