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13/05/2011 / Barcelona

Margo Glantz, premio FIL de Literatura 2010: “Que los intelectuales y la gente común protesten debe alterar y mejorar el panorama en México” (1)

A pesar de sus 81 años de edad, la escritora e intelectual mexicana Margo Glantz rebosa vitalidad. Y un bonito logro: ser la primera autora galardonada con el premio FIL de Literatura, el de mayor prestigio de su género en América Latina, que lo presenta en Barcelona, concretamente en la sede de Casa Amèrica Catalunya. En la primera parte de la siguiente entrevista, Glantz valora el reconocimiento recibido a su trayectoria, se muestra especialmente complacida por el centenario de Casa Amèrica Catalunya y aborda sin tapujos la pesadilla de la violencia sin límites que azota a su país. “La sociedad civil es la única que tiene posibilidades de que algo cambie en México”, sostiene Margo Glantz. (En la imagen adjunta, al lado de la caricatura de Carlos Monsiváis en la exposición de Casa Amèrica Catalunya “Cien voces, un centenario”)

¿Cómo le ha cambiado la vida tras el premio FIL 2010?Soy muy vieja y tengo poco tiempo para que me cambie la vida. Ha sido muy importante porque es un premiuo muy prestigiado, con precedentes muy notables y me da mucho gusto estar en ese catálogo. Es un reconocimiento a una obra muy larga, y a un tipo de obra muy particular que por lo general no se reconoce tan fácilmente. Es muy importante por mi misma y por los que escriben un poco marginalmente, en formas no canónicas... Yo hago de todo: mis textos tienen prosa, son ficcionales, también ensayísticos,y  a veces lindan, sin que me lo proponga directamente, con la poesía... Serían géneros intersticiales, no tan premiados como los más normales. En ese sentido es un reconocimiento para mi muy, muy valioso.  El premio se presenta por vez primera en Barcelona, en Casa Amèrica Catalunya ¿Qué le parece que nuestra entidad celebre su centenario de existencia?Me da un gusto muy enorme ser la primera premiada por el FIL que viene a Catalunya. Y como estoy más cerca de los cien años que los veinte, más gusto me da... Es muy importante que se mantengan esas tradiciones y que se pueda hablar de algo secular. Y aunque hayan cambiado varias veces de sede a lo largo de su historia, la sede sigue siendo la misma en última instancia, la intención y la institucionalidad permanecen, lo que me parece muy importante, y me siento muy contenta de estar en ese eje de periodicidad, de inserción, como invitada en una Casa de tanto prestigio y antigüedad. ¿Qué papel tienen que jugar los intelectuales ante la situación de violencia e impunidad, de crisis de los derechos humanos, que padece México?Intelectuales como Carlos Monsiváis, que era una especie de consciencia crítica del país, era muy importante. Los demás, los que no tenemos ese peso, escribimos y nuestra opinión es importante y suscribimos una serie de acciones que estimamos importantes. Y nuestras firmas pesan en ese sentido. Es muy importante y fundamental que firme mucha gente, pero los que tienen cierto peso desde el punto de vista político y del pensamiento aportan algo particular. Recientemente hubo un intento en la Cámara de Diputados de votar una Ley de Seguridad Pública muy atentatoria contra los derechos humanos y se hicieron cartas pidiendo a los diputados que reconsideraran esa Ley y aparecimos algunos intelectuales en primera fila y quiero pensar que sirvió de algo... No estoy segura si hubo problemas dentro de la Cámara y por eso no se votó la Ley pero también creo que la opinión pública, a pesar de todo, algo cuenta, ¿no? Aunque todavía no de una manera determinante. Entonces, ¿hasta qué punto puede la opinión púbica forzar un cambio de rumbo en México?Recientemente mataron al hijo de Javier Sicilia, un poeta muy reconocido, y él, en lugar de abatirse, decidió protestar y encabezar movimientos ciudadanos porque pensaba que la sociedad civil es la única que tiene posibilidades de que algo cambie en nuestro país, porque las autoridades parece ser que no tienen un rumbo muy claro. La entrada del Ejército (en la lucha contra el narcotráfico) ha conllevado violaciones de los derechos humanos que en México se llaman de forma muy eufemística “daños colaterales”. Todo esto ha ocasionado un movimiento de protesta social que culminó el pasado fin de semana en una peregrinación desde Cuernavaca, donde vive este poeta, hasta México DF. Fue una manifestación muy, muy impresionante. Fue en silencio y culminó con un discurso de Javier Sicilia que atacó la política errónea del gobierno frente al narcotráfico. Pedia la renuncia del Procurador General de la República. Pero parece ser que no tuvo ningún efecto porque el Gobierno le dio el espaldarazo y él asistió a un acto oficial en uno de los puntos más dolidos del país, en Ciudad Juarez, donde ha habido una innumerable cantidad de atentados, mujeres asesinadas, exiliados, familias con 8 o 10 de sus componentes muertos... Y sin embargo se mantuvo a este personaje al que “tenemos muchas cosas que pisarle”, como decimos en México. Que los intelectuales y la gente común y corriente protesten, que hayan movimientos ciudadanos, debe alterar el panorama y mejorarlo. Algo tiene que pasar, yo creo.